La empresa Bopla,
dedicada a la fabricación de envases plásticos, se ha convertido en la primera
industria catalana que levanta una planta fotovoltaica para autoconsumo
eléctrico en su propio recinto. La electricidad obtenida cubrirá el 10% de las
necesidades energéticas de la fábrica; pero sobre todo aportará grandes ahorros
económicos. Su ejemplo es la punta de lanza de una nueva tendencia. ¿Por qué?
El encarecimiento de la factura eléctrica y la reducción de costes de los
paneles fotovoltaicos (un 80% en cinco años) han creado las condiciones para
que industrias, restaurantes y otros negocios puedan empezar a apostar por el
autoconsumo fotovoltaico instantáneo. Es una situación impensable hace poco
tiempo. Ya es posible en determinadas condiciones producir electricidad
fotovoltaica sin que los promotores tengan que recurrir a las ayudas en la
tarifa.
Hasta ahora, los proyectos fotovoltaicos se han
desarrollado con plantas destinadas a producir electricidad y venderla a la
red, una opció que se vio favorecida por la retribución que obtiene el promotor
en la tarifa eléctrica (primas que paga el ciudadano en el recibo de la luz
para compensar los beneficios ambientales). En cambio, con la eliminación de
las ayudas a las energías renovable acordada por el Gobierno (el 27 de enero)
se ha abierto paso inopinadamente esta modalidad. El sector fotovoltaico se hundió
con esta falta de apoyos; pero ahora puede renacer.
Ideal para grandes consumos continuos y constantes
“El autoconsumo instantáneo es una fórmula ideal para
las empresas que tienen un consumo constante de electricidad y que trabajan las
24 horas del día todos los días del año, pues permite grandes ahorros”, explica
Francesc Mateu, administrador de SolGironès, firma que levantó la planta de
Bopla y que promueve otras tres plantas para que las empresas catalanas
reduzcan su sangría de gastos energéticos. “El encarecimiento de la
electricidad va a seguir siendo tremendo en el futuro mientras que cada
kilovatio que la industria se autoproduzca será un kilovatio que no llegará al
contador y que se ahorrará”, argumenta Mateu. La planta de Bopla, que generará
162.800 kWh al año, comporta una inversión de 190.000 euros, pero se amortizará
en siete años, dice Mateu. “Y cuanto más van siga subiendo el precio de la luz,
más pronto se podrán amortizar los proyectos solares”, agrega.
Sin excedentes, sin facturar
Bopla simboliza un incipiente despegue de la energía
fotovoltaica instantánea; y eso que el asidero legal es “disperso e
incompleto”, dice Tomás Díaz, directivo de la Unión Española Fotovoltaica, que
agrupa a las empresas de sector. La base legal es una norma de conexión de
pequeñas instalaciones; pero aún falta el real decreto para consolidar el
autoconsumo con balance neto.
Por eso, las inversiones de este tipo son rentables
cuando los proyectos están ajustados al autoconsumo instantáneo. Es decir,
deben ser diseñados para que la electricidad producida no genere excedentes (o
sea, que no se produzca más de la que consume y no haya que entregar el
sobrante a la red), puesto que todavía no está aprobada la normativa que debe
favorecer el autoconsumo con balance neto, mediante la cual el productor sí
podría compensar su saldo positivo de energía, de forma que consumiría la
electricidad que necesite y entregaría el exceso al sistema eléctrico a cambio
de una compensación.
Pero la norma para activar el autoconsumo con balance
neto sigue bloqueada en el Ministerio de Industria, y los expertos temen que
los promotores de estas instalaciones tengan que pagar precios mucho más caros
al comprar la electricidad al necesitarla que cuando la vendan a la red.
Sector doméstico
El consumo fotovoltaico instantáneo también ha tenido
un desarrollo en el sector doméstico, aunque es menos atractivo pues cuando hay
mayor radiación solar (al mediodía) es justo cuando el usuario está fuera de
casa y no necesita la energía. En estos casos, es una contribución para los
consumos de energía de neveras o los ‘stand by’ de los aparatos eléctricos, explica
Sergi Belda, de la empresa suministradora Prosolia, de Alicante, que ha
suministrado este año unos 300 equipos de fácil instalación (sin baterías) y
que permiten ahorrar entre un 5% y un 10% del consumo eléctrico. “El coste de
un kit son 600 euros más IVA y se puede amortizar en unos siete años”, dice. En
cambio, cuando llegue el autoconsumo con balance neto, la producción eléctrica
cubriría el 60% del consumo.
En espera del balance neto
No obstante, las instalaciones de plantas
fotovoltaicas que se están colocando actualmente incorporan muchas veces
dispositivos técnicos para la posible y futura conexión a la red, ante la
eventualidad de que dentro de un tiempo sea posible vender y facturar la
electricidad a la compañía (con el sistema de balance neto); pero ahora esta
opción está imposibilitada en la práctica. En las actuales condiciones, para
facturar la electricidad a la compañía, el propietario debería darse de alta en
el registro de actividades económicas, pagar IVA y someterse a otras complicaciones
burocráticas cuando la retribución en el balance neto aún no está estipulada.
Por lo tanto, no le sale a cuenta. Por eso, se dan casos en los que, si se
obtiene excedente eléctrico, al propietario le resulta más sencillo simplemente
entregar la electricidad gratis a la red, para evitar complicaciones.
Abaratamiento prometedor
“Lo que estamos viendo es que el avance tecnológico va
mucho más rápido que la regulación legal”, sentencia Tomás Díaz, quien reclama
la aprobación del decreto sobre autoconsumo con balance neto. Díaz señala el
abaratamiento de las placas fotovoltaicas es un fenómeno clave. “En estos años,
las células fotovoltaicas han ganado en eficiencia energética; tienen menos
grosor porque necesitan menso silicio, y hay fábricas que garantizan el
abastecimiento”, dice. Sergi Belda aporta un dato para el optimismo: la
producción de la electricidad fotovoltaica sale a seis céntimos el kWh,
mientras que el usuario doméstico la está pagando ya 15 céntimos kWh (“y lo que
subirá”).
Hasta ahora, las industrias catalanas han recurrido a
sistemas de cogeneración (con altos rendimientos de las calderas) para acercar
la producción eléctrica a la fàbrica y abaratar costes energéticos, pero ahora
“la fotovoltaica o la eólica podrían estar en condiciones de suministrar
energía eléctrica para el autoconsumo de manera competitiva, según el recurso
disponible y el coste de la instalación”, dice el Institut Català d’Energia. El
problema para el impulso definitivo viene dado por el hecho de que el decreto
que debe regular el autoconsumo con balance neto sigue atascado en los
despachos del Ministerio de Industria.
Encuentro en Sabadell
Las oportunidades que se abren al sector fueron
analizadas en un encuentro de estas empresas celebrado el 29 de noviembre en
Sabadell, en donde Alberto Sanromán, director general de Albasolar, destacó las
grandes posibilidades de ahorro energético que ofrecen. El autoconsumo es la
gran esperanza para los fabricantes e instaladores después de que los dos
últimos gobiernos, al eliminar las ayudas prefistas en el recibo de la luz,
hayan desmentalado prácticamente todo el tenido industrial (y el empleo)
existente.
“La fotovoltaica ofrece grandes ventajas para la
industria catalana, puesto que existe mucha radiación solar y buenos emplazamientos”,
señala Sanromán.
En el encuentro de Sabadell también intervino Ermén
Llobet, presidente de Enértika, empresa catalana especializada en financiación
y proyectos de eficiencia energética que trabaja en México. Llobet criticó la
falta de rigor del Gobierno a la hora de incumplir los compromisos sobre la
regulación del balance neto. “Han dinamitado la confianza en el sector
fotovoltaico”, dijo.
En su opinión, la transición de un modelo que les
permitía cobrar primeras a no cobrarlas “ha sido impuesto de manera
traumática”. Aunque el sector ya cuenta “con una tecnología madura que ha
experimentado una gran reducción de coste”, su previsión es que la fotovoltaica
tendrá un “arranque lento”, aunque su crecimiento repercutirá radicalmente en
el mix energético futuro, donde ya aporta el 4% de la demanda de electricidad.
Nuevo paradigma
“Ésta es una energía con producción descentralizada
que evita emisiones de gases y permite a la gente ejercer su derecho a producir
energía”, dice Sergi Belda.
“Estamos a favor de esa apuesta prudente por la
fotovoltaica. Es necesario cambiar el concepto actual de diseño y desarrollo de
las redes eléctricas para poder hacer frente a un entorno futuro de elevada
generación distribuida”, dice Maite Macià, directora del Institut Català
d’Energia (ICAEN). “Un criterio fundamental de diseño de las redes ha de ser su
capacidad para integrar a fondo los sistemas de generación distribuidos y
renovables”, agrega Maite Macià.
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